Dienstag, 23. April 2013

Nos vamos conociendo...

Cuando se comienza la andadura de un nuevo idioma la prueba del algodón esta en la calle. La clave del éxito en comprender su filosofía casera, que en realidad esconde su pensamiento profundo.

Llevaba uno o dos años viviendo en Berlín,  cuando viaje en tren a Frankfurt. Entonces, sorpresa, si bien viajábamos en cómodos y modernos trenes ICE, Inter City Express, maquina Siemes que alcanza hasta 250 km hora, el viaje duraba unas siete horas. Paraba en cada pedanía. La razón es que la RFA es federal como ninguna, y cada Land reclamo su parada. No olvidemos que Berlín no era capital, sino lo era esa pequeña ciudad al lado de Colonia llamada Bonn.

Pues bien arranco el bicho y nos acomodamos en nuestros asientas, que por cierto estaban a unos siete vagones de la cafetería. Pensando en el tedioso trayecto que nos esperaba, le dije a mi compañero de viaje que me apetecía un te y que yo misma los iba a comprar, pues iba a estirar las piernas.

Cuando estaba a escasos diez metros del vagón cafetería me paro el jefe de tren y me pidió el billete. Le conteste que lo tenía en mi asiento, que lo mostraría en el momento de control. El caballero insistió que tenía que mostrarle que viajaba legal, sino no podía pasar. Muy calmada, le conteste, que viajo con billete, que mi asiento esta siete vagones hacia atrás, y que me haga el favor que sólo quiero comprar un par de tes.

Segundo round! Subiendo el tono me explico que el era el jefe del tren y que nadie podía circular en el tren sino es con su billete que identifique que viaja legal. Hablando en subjuntivo, y elevando mi voz a su timbre, le conteste que me lo demuestre, que me enseñe donde esta escrito, que me de a leer el artículo del correspondiente reglamento que así lo exige a los pasajeros.

El revuelo entre los pasajeros fue memorable. Un caballero de la edad de mi padre me recrimino, a lo que yo bajando el tono a suave terciopelo, le conteste en inglés "mind your own business"!!

El silencia fue sepulcral!

El jefe de tren se dirigió a su asistente, le pidió el reglamento, busco el artículo susodicho y me lo mostró.

Tercer y último round! Tome aquel libraco, lo mire, y se lo di amablemente al joven asistente, con el ruego que me lo tradujera al inglés, pues lamentablemente no tiene conocimientos tan profundos del idioma de Goethe. Lo tradujo, le di las gracias, me gire hacia el jefe y me despedí de el dándole la mano y agradeciéndole "por haber sido tan amable de tomarse el tiempo para enseñarme tan importante regla",

Volví a mi vagón echando maldiciones por la boca en todos los idiomas conocidos y aún por conocer.

Mi compañero de viaje tuvo que soportar una media hora de improperios en inglés sobre el súper orden alemán, y me prometí que o educo a los alemanes o aquí no hay quien viva!!

Planificando ya el segundo incendio del Bundestag apareció otro asistente que como nos oyó hablando inglés, nos pido en este idioma los billetes. Mi psicoanalista improvisado me pregunto si este quienLa Abogada en Berlin

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